Recomendaciones para pacientes que reciben radiaciones en el cerebro

Durante el tratamiento con radiaciones a la cabeza (cerebro), tanto el tumor como parte de tejido cerebral normal reciben una dosis considerable de radiación que conlleva efectos secundarios, dependiendo del total de la dosis, del número de días de tratamiento y la dosis por día recibida. La intensidad de estos efectos secundarios es variable de persona a persona, pues cada uno de nosotros responde diferente a estos tratamientos. Dentro de las estructuras que pueden afectarse están: el quiasma óptico, glándula hipófisis, nervio óptico, cristalino y retina de los ojos, estructuras del tallo (cerebelo, puente, bulbo, medula espinal), entre otras. Los tumores ocasionan hinchazón del tejido sano alrededor de la lesión, y este se incrementa desde las primeras sesiones de radiación, lo cual se traduce en síntomas como dolor de cabeza, náuseas, vómitos, visión borrosa o visión doble, cansancio y somnolencia. A este tipo de reacciones secundarias se les llama reacciones agudas, pueden iniciar desde horas después del inicio del tratamiento y disminuyen gradualmente con el paso de los días del mismo. En un lapso que va desde una semana hasta 3 meses después de haberse terminado el tratamiento con radiaciones (generalmente a los 2 meses), pueden presentarse síntomas como dolor de cabeza, cansancio, mucho sueño, aumento de los síntomas iniciales de la enfermedad y deterioro de la memoria de largo plazo. A esto se le conoce como reacciones tempranas retardadas o encefalopatía por radiación y suelen ser reacciones transitorias y que se quitan solas en un lapso de 4 a 8 meses después de la radiación. Estas reacciones se presentan de un 15 a un 40% de las personas sometidas al tratamiento.

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Las reacciones tardías suelen presentarlas solamente de un 3 a un 10% de las personas en un lapso desde 3 meses después del tratamiento, pero lo más común es que se manifiesten 1 o 2 años después y varían: desde simples cambios en la materia blanca del cerebro (visibles en estudios de imagen como tomografía o resonancia magnética), hasta atrofia cerebral, deterioro en el comportamiento, falla de las hormonas producidas por el hipotálamo y la hipófisis (problemas de tiroides, del crecimiento, del equilibrio hormonal del cuerpo en general), necrosis de alguna parte del cerebro con hinchazón secundaria, cambios en la personalidad, demencia, alteraciones en la memoria, atención, aprendizaje, juicio y cálculo, alteraciones al caminar con incontinencia urinaria y deterioro intelectual (desde 4 a 6 meses hasta 2 a 3 años después del tratamiento). La posibilidad de padecer estas alteraciones depende completamente del tipo de enfermedad por la cual se somete a radiaciones, el estado general y la edad de la persona, la cantidad de tejido cerebral radiado, el uso de quimioterapia junto con la radiación y muchos otros factores. La manera de darse cuenta de las fallas y tratarlas es a través de la evaluación realizada por un Neuropsicólogo, que es el especialista encargado de manejar estas y otras alteraciones. Se recomienda seguir al pie de la letra las indicaciones otorgadas por el médico tratante.

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