
Daniela tenía 28 semanas de embarazo cuando acudió a su examen anatómico, un chequeo de rutina que cambiaría el curso de su vida.
“Yo iba nada más por seguimiento”, recuerda Daniela. Sin embargo, el Dr. Manuel Perales de CHRISTUS MUGUERZA Hospital Alta Especialidad, detectó algo inusual de inmediato. “Me dijo que el bebé tenía agua en la cabeza, y que teníamos que ver de dónde venía la enfermedad”, relata Daniela.
La noticia fue un golpe. “En ese momento, obviamente me quedé impactada, me quedé en shock, me asusté, empecé a llorar”, confiesa Daniela. Ella nunca imaginó recibir una noticia así, sobre todo porque en chequeos anteriores todo parecía normal.
Un diagnóstico inesperado y una decisión valiente
La posibilidad de una cirugía fetal se presentó como la única opción para cambiar el pronóstico de Gabriel, que incluía la incapacidad de caminar y controlar sus esfínteres. “Te abren la esperanza a millón porque cuando buscas alternativas se te cierra el mundo”, expresa Daniela.
La decisión de someterse a esta cirugía fue impulsada por la esperanza. Los médicos, explicaron el procedimiento: “tenían que abrir mi vientre, sacar la bolsa donde venía él, hacerle como dos o tres incisiones a donde iban a meter el aparato y ponerle anestesia al bebé, obviamente iba a estar sedado completamente, y hacerle la reparación”, explica Daniela, todo esto mientras Gabriel aún estaba en el útero.
“Sin pensarlo dos veces, dije: ‘Va'”, recuerda Daniela sobre el momento en que le explicaron los riesgos. “Si es una esperanza para mi hijo, ¿qué importa? Claro que sí”.
La cirugía fue un evento que requirió la coordinación de un vasto equipo médico: anestesiólogos, pediatras, neurólogos, y muchos más. Daniela no experimentó síntomas previos; todo parecía normal, lo que resalta la importancia de la detección temprana.
La cirugía se llevó a cabo apenas una semana después del diagnóstico. El procedimiento fue exitoso, y aunque Daniela permaneció dos semanas en recuperación en el hospital, los resultados fueron asombrosos. “Lo hicieron tan perfecto que es asombroso”, comenta Daniela. “La gente dice: ‘No lo puedo creer cómo existe ese tipo de cirugía'”.
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Un camino de esfuerzo y milagros diarios
Después de la cirugía, Daniela tuvo un embarazo en reposo absoluto para proteger a Gabriel. Al nacer, Gabriel no necesitó cuidados intensivos prolongados. Desde ese momento, comenzó un camino de terapias y constante dedicación. A un mes de vida, le colocaron una válvula de derivación, lo que marcó un cambio significativo en su progreso.
Las terapias diarias para Gabriel fueron fundamentales. “Todo es constancia”, enfatiza Daniela. Aunque los médicos le advirtieron que no esperara los mismos logros al mismo tiempo que otros niños, Gabriel demostró una resiliencia extraordinaria.
“Se tardó, usó muy poquito tiempo para todo de apoyo para poderse empezar a parar”, dice Daniela. El día que Gabriel comenzó a caminar, fue un momento de inmensa alegría. “Verlo caminar fue la gotita que faltaba para terminar”, describe, emocionada.
La vida de Gabriel ha estado marcada por logros que desafiaron las expectativas. En 2023, Gabriel requirió una cirugía adicional que también realizó el equipo de médicos de CHRISTUS MUGUERZA Hospital Alta Especialidad. Lo más impactante ha sido su progreso en el control de esfínteres, un logro que los médicos habían descartado en su pronóstico inicial.
Gabriel al día de hoy
Hoy, a sus 8 años, Gabriel es un niño lleno de energía y entusiasmo. Asiste a segundo grado de primaria, y su materia favorita son las matemáticas. En la escuela, juega con sus amigos, demostrando su increíble evolución. “Nadie cree lo que ha pasado porque lo ven y lo ven correr, lo ven caminar”, dice Daniela con orgullo.
En las mini olimpiadas de su colegio, Gabriel se esfuerza al máximo, y verle participar llena de lágrimas a su madre. “Siempre me acuerdo de los doctores, siempre. Del hospital, de todos, o sea, impresionante”, menciona, conmovida por el impacto que tuvieron en su vida.
Gabriel le dedica unas palabras simples pero profundas a su mamá y los médicos que la apoyaron: “Muchas gracias por estar conmigo, por apoyarme en todo. Muchas gracias a todos los enfermeros, las doctoras y por todo estar por estar aquí y por ayudar a mi mamá para que esté aquí”.
La historia de Daniela y Gabriel es un testimonio conmovedor de fe, esperanza y el poder de la medicina avanzada. Es una celebración de cada pequeño y gran logro, y un recordatorio de que la constancia y el amor pueden superar cualquier pronóstico.