En su séptimo mes de embarazo, un chequeo de rutina cambió el curso de vida de Claudia, y de su hijo David Emiliano, con un diagnóstico inesperado.
“Fui a mi chequeo normal y ahí fue donde dicen que al parecer el niño trae una hernia. Su nombre es un Onfalocele gigante por la dimensión que el niño traía”, recuerda Claudia.
El diagnóstico era complejo: el bebé presentaba una condición grave conocida como Onfalocele gigante, un defecto de nacimiento de la pared abdominal, donde órganos vitales se encuentran fuera de la cavidad torácica, a través del ombligo.
En busca de una esperanza
Después de su nacimiento, para la familia de David Emiliano, mejorar la calidad de vida y su salud, era una prioridad. Ellos encontraron una luz de esperanza en CHRISTUS MUGUERZA Hospital Alta Especialidad, donde el equipo médico, en lugar de una cirugía inmediata, propuso una estrategia innovadora y prolongada utilizando toxina botulínica.
El Dr. César Ramírez, especialista en Cirugía Neonatal y Cirugía Pediátrica, explica la complejidad del caso y el plan de acción:
“La parte principal de esta enfermedad es la presencia de contenido intestinal por fuera de la cavidad abdominal… La intención de colocar la toxina botulínica (Botox) era generar que estos músculos no estuvieran con una contracción constante, estuvieran relajados, nos permitiera que pudiera generar después un proceso de crecimiento de esta pared o de esta cavidad abdominal”.
Este proceso no fue instantáneo. La mamá de David Emiliano recuerda que a principios de junio se realizó una primera aplicación y, después de semanas de espera, regresaron a casa. Mes y medio después, volvieron para seguir el tratamiento.
Listos para dar el paso final
La aplicación del Botox y la creación progresiva de espacio eran solo el inicio; el camino final era la cirugía.
“La cirugía fue como el proceso final de todo esto… era el escenario complejo en el que no sabíamos exactamente qué nos íbamos a encontrar por dentro”, explica el médico.
El equipo se enfrentó a una cirugía laboriosa, dedicada a despejar estructuras, reposicionar los órganos que estaban fuera y, finalmente, lograr que los músculos se unieran para cerrar la cavidad abdominal.
Afortunadamente, el esfuerzo dio frutos. En el mes de agosto, la familia de David Emiliano recibió la noticia más esperada: el cierre final de la pared abdominal del niño fue un éxito total.
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La esperanza, la fe y la calidez humana
Hoy, Claudia, la mamá de David Emiliano, irradia felicidad y profunda gratitud. Ver a su hijo con un pronóstico tan favorable es, en sus palabras, un milagro que atribuye no solo a la excelencia médica, sino también a la calidez humana que encontraron.
“Estoy hiper agradecida, la verdad, de que mi hijo va a estar bien, de que se le está dando una oportunidad. No hay palabras, la verdad, para agradecerles a todos, a todas, a las enfermeras, a los doctores…”, comenta emocionada.
El doctor, por su parte, reitera el compromiso que define a CHRISTUS MUGUERZA:
“Busca generar un entorno de resolver, con un entorno humano y creo que esto a final de cuentas nos genera a todos los que estamos involucrados, la confianza de saber que estamos en un área y en un hospital en donde se nos va a brindar todo el apoyo”.
La historia de David Emiliano es un poderoso recordatorio de que, incluso ante un diagnóstico complejo, la ciencia, la dedicación de un equipo médico y la fe de una familia pueden reescribir un destino.
“Simplemente tener la esperanza y, pues, decirles que hay gente que está dedicada a ayudar, a apoyar, tener fe y confianza en que alguien está ahí cerca de uno y que el día de mañana, pues, todo va a salir bien, todo estará bien”, finaliza Claudia.


