La enfermedad inflamatoria intestinal es un padecimiento creciente en el mundo y nuestro país no es la excepción. En los últimos años se ha incrementado en forma importante, presentándose en la actualidad como un padecimiento que ya no es exclusivo de algunos grupos o poblaciones cerradas, como la población judía hasta hace algunos años.
Las principales entidades agrupadas dentro de esta enfermedad son dos: colitis ulcerativa crónica inespecífica (CUCI) y enfermedad de Crohn, estos padecimientos se caracterizan por presentar diarrea, hipertermia, síndrome febril (temperatura), dolor abdominal que puede ser localizado o difuso, distensión abdominal, pérdida de peso, ataque al estado general, anemia y presencia de sangre en las evacuaciones.
La enfermedad de Crohn es una afección de cualquier región del tubo digestivo, desde la boca hasta la región perianal, afecta todas las capas del tubo digestivo por lo cual puede producir fístulas internas (comunicación entre órganos huecos ej. intestino-vejiga, intestino-intestino) o de intestino hacia piel, produciendo esto la posibilidad de infecciones graves; generalmente no afecta la última porción del intestino grueso (recto), pero sí el área perianal, produciendo en esta zona fístulas que generalmente se presentan en disposición lateral del ano, el área más frecuentemente afectada es la parte final del intestino delgado (ileon terminal).
La enfermedad de CUCI afecta exclusivamente el intestino grueso (colon) en las capas más superficiales hacia el interior del mismo, produce inflamación y grandes ulceraciones, afecta en forma ascendente a partir del recto siendo éste inflamado en el 95% de los casos, generalmente no se asocia con fistulas perianales. Este padecimiento incrementa el riesgo de aparición de cáncer de colon especialmente después de 10 años a partir de su diagnóstico.
Es importante indicar que estas enfermedades producen colitis (inflamación de las paredes del intestino grueso también llamado colon), esto es totalmente diferente a lo que comúnmente en lenguaje no médico llaman colitis, refiriéndose en forma equivocada a una alteración en la función del intestino que no se caracteriza especialmente por inflamación del intestino sino por distensión abdominal y esta alteración en la función frecuentemente es el síndrome de intestino irritable.
El diagnóstico de la enfermedad inflamatoria intestinal se realiza por medio de la interpretación de estudios de laboratorio, con sangre y materia fecal, así como por la realización de estudio de colonoscopía, la cual es una revisión del intestino por medio de un aparato llamado endoscopio, una microcámara en la punta de un tubo que se introduce en forma transrectal (por el orificio anal) mediante el cual podemos revisar por dentro el intestino y de ser necesario tomar muestras del mismo para observarlo al microscopio y poder definir el tipo de lesión que estamos observando con el endoscopio dentro del colon.
Los tratamientos más frecuentemente utilizados son múltiples medicamentos salicilatos, metronidazol azatioprina, esteroides, y recientemente tratamientos con medicamentos biológicos (anticuerpos monoclonales).
La importancia de su diagnóstico oportuno es el controlar la inflamación a la brevedad posible, ya que a mayor inflamación incrementa la dificultad para su control y es mayor la posibilidad de complicaciones que pueden ser graves, también evita progresión de desnutrición, así como infecciones.
La recomendación es que al presentar diarrea, dolor abdominal o molestias gastrointestinales persistentes, es necesaria la evaluación médica a la brevedad posible y al no tener resultados adecuados de tratamientos iniciados, acudir con su especialista de confianza.
