Proteger la salud de los niños es una de las principales preocupaciones de nosotros los padres. Sin duda alguna, desde la etapa del embarazo nos preparamos conscientemente para tomar decisiones que garanticen el sano desarrollo de nuestros hijos. Día a día nos esmeramos en acompañarlos en cada nueva etapa de su crecimiento y prevenir lesiones o accidentes derivados de sus, inicialmente, burdas capacidades motoras. Desde los primeros meses de vida, cuidamos su alimentación a través de la leche materna y, posteriormente, con alimentos de la más alta calidad. Procuramos la mejor limpieza del hogar y un ambiente libre de humo de tabaco y otros contaminantes que podrían afectar su salud. Pero, ¿qué sucede con aquellos agentes invisibles contenidos en la saliva o secreciones de moco de otras personas, incluso, en materiales que aun cuando han sido tratados, podrían permitir la permanencia de virus y bacterias? Aunque en la década pasada se tuvieron grandes éxitos en la erradicación y disminución de cierto número de enfermedades, las infecciones graves aún existen y fácilmente cruzan fronteras. La vacunación es una de las herramientas más confiables y seguras para proteger a nuestros bebés de al menos 14 enfermedades potencialmente graves. Gracias a la intervención de las vacunas, muchos padres de las nuevas generaciones no hemos tenido la desdicha de ver sufrir a nuestros hijos o conocidos con enfermedades, antes potencialmente mortales, como la poliomielitis, la tos ferina o difteria, por mencionar algunas. Desafortunadamente, en muchos países del mundo las tazas de niños vacunados siguen siendo bajas y está comprobado que esto favorece la aparición de nuevos brotes de enfermedades. ¿Miedo a los efectos secundarios? Es normal que algunos padres sientan temor por los posibles efectos secundarios derivados de la aplicación de una vacuna, sin embargo, debes saber que antes de la comercialización de las mismas, éstas pasan por un alto proceso de evaluación que garantice la seguridad de su aplicación. Y aunque podrían presentarse algunas reacciones adversas en niños susceptibles, en general los beneficios al protegerlos de enfermedades graves son mayores que los riesgos. ¿Cuándo hay que posponer la vacunación? Hay situaciones en las que la vacunación de tu bebé deberá posponerse o evitarse, como cuando son alérgicos a algún componente de la fórmula, o bien, cuando tienen un sistema inmune delicado por algún tipo de enfermedad. Junto con la asesoría de tu pediatra podrán identificar factores de riesgo que lleven a tomar decisiones diferentes a las recomendadas a nivel mundial y siempre poniendo en primer lugar la seguridad de tu hijo. Vacunarse representa una disminución en las posibilidades de enfermarse gravemente y tu bebé necesita estar protegido como se recomienda en la cartilla nacional, muy especialmente cuando acude a centros de cuidado diurno o actividades con más niños pequeños. En la vida habrá muchas situaciones que estén fuera de nuestro alcance para proteger a nuestros pequeños; vacunarlos, sin embargo, está en tus manos. Si tu hijo es menor de un año, visita mensualmente a tu pediatra quien podrá asesorarte en la calendarización adecuada de las aplicaciones, el manejo de los posibles síntomas, y reforzar con una alimentación saludable, buenos hábitos de higiene y la crianza positiva la prevención de las enfermedades graves que pueden atacar a un niño.