Los hospitales, por naturaleza, suelen ser espacios de incertidumbre, ansiedad y, a veces, miedo. Sin embargo, en CHRISTUS MUGUERZA, nuestra atención va más allá de lo clínico. Con la firme convicción de que el paciente es el centro de todo lo que hacemos, surge una iniciativa que está redefiniendo la experiencia hospitalaria: el Programa de Terapia Asistida con Animales, o como cariñosamente los llaman todos: Los Dogtores.
Con este programa pionero buscamos transformar nuestro sistema de salud en un modelo de atención profundamente humanizada, donde la empatía y el bienestar emocional son tan vitales como el tratamiento médico.
Dogtores: más que mascotas.
La idea inicial de los Dogtores nació de una necesidad simple pero profunda, como explica Víctor Pino, jefe corporativo de Protección Patrimonial en CHRISTUS MUGUERZA: “La primera idea nace por aventurarnos en una de nuestras jornadas quirúrgicas gratuitas… por la cantidad de pacientes, principalmente niños que se encontraban en espera de valoraciones, vimos una oportunidad de darles algo diferente… traer perros al hospital“.
Este primer acercamiento demostró el poder de los caninos para modificar la percepción de ansiedad y estrés que genera la visita a un hospital. El objetivo principal es claro: darle al paciente momentos de esparcimiento que sean memorables y que “sea más llevadera la estancia en nuestros hospitales”.
Claudia Garza, gerente corporativa de Experiencia del Consumidor en CHRISTUS MUGUERZA, subraya el enfoque: “La humanización en nuestro sistema de salud tiene como enfoque principal, atender e identificar las necesidades de nuestro paciente como persona en su entorno físico, emocional y psicológico”. Los Dogtores, es una de tantas iniciativas que han impactado favorablemente a nuestros pacientes, permitiéndoles disminuir su estrés, sentirse acompañado y al final del día, sentirse lo más cómodo posible durante su estancia hospitalaria.
Un protocolo riguroso
Implementar un programa de esta naturaleza en un entorno clínico de alta especialidad no fue tarea fácil. Requirió una exhaustiva investigación, venciendo el gran desafío de “cambiar paradigmas en hospitales”, donde la pregunta recurrente era: ¿en realidad se puede?
Víctor Pino destaca: “El reto más grande fue la investigación, primeramente, el conocer si esto es posible cuáles son los retos, los límites, los alcances hasta dónde podemos llegar”.
Este proceso llevó a la creación de protocolos estrictos en sinergia con la asociación Manada K9, garantizando la seguridad del paciente y del colaborador. Sandra Martínez, encargada del Departamento de Intervenciones con Animales de Manada K9, explica que la selección de los terapeutas caninos inicia “desde antes de que nazca el cachorro”. Los perros son evaluados por su temperamento, sociabilidad y capacidad de ser predecibles, pasando por una “especialización” para el ámbito hospitalario que puede durar hasta dos años.
Los protocolos de higiene y seguridad son inquebrantables, pues “a través de estos protocolos basados en medidas de control de infecciones, podemos garantizar y asegurar que nuestros pacientes estarán en buenas manos”, así lo asegura la Dra. Dzoara Lugo, gerente corporativa de Epidemiología y control de infecciones de CHRISTUS MUGUERZA.
Así cuidamos el bienestar de quienes nos visitan y creamos una experiencia positiva para nuestros pacientes:
- Higiene: “Antes de cada sesión, 24 horas antes, los perros se tienen que bañar, sí o sí”. Además, existe un riguroso protocolo de limpieza de patas, oídos y dientes antes de ingresar a áreas clínicas.
- Acceso: Rutas de acceso, espacios de descanso y un “área gris” de producción están definidos en la infraestructura de los hospitales para garantizar un ingreso seguro.
- Bienestar Canino: “Un perro que se siente mal, no te va a rendir, y nosotros no los obligamos a trabajar bajo esas condiciones”. Los técnicos deben saber leer a sus perros para terminar la sesión si lo necesitan.
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El impacto en la experiencia del paciente y del Colaborador
Los beneficios de esta terapia van más allá de una distracción. En el corazón de la misma se encuentran momentos genuinos que devuelven la alegría y la esperanza.
Una de las historias más conmovedoras fue compartida por Sandra Martínez, cuando una paciente que se sentía decaída recordó a su propio perro. En ese momento, uno de los Dogtores, Tyler, se acercó y puso la cabeza en sus piernas. “Terminó en positivo. Esos detalles que los perros hacen contacto contigo en el momento indicado, para nosotros ha sido una de las experiencias más hermosas”.
El impacto también se extiende a los Colaboradores, un pilar fundamental de la humanización en nuestros hospitales. Claudia Garza menciona la sorpresa al ver la reacción de todos: “Ni siquiera tienes que esperar a que te lo expresen. Cuando empezaron a entrar los perritos a las áreas es una festividad, el Colaborador se relaja… esto le ha permitido convivir más con el paciente”.
Este bienestar compartido es una ayuda invaluable para el personal, ya que un paciente tranquilo está en mejor disposición para la atención médica.
Un compromiso de humanidad
CHRISTUS MUGUERZA, al ser pionero en Nuevo León en contar con este programa basado en estudios científicos, envía un mensaje claro: “Priorizamos la salud integral de nuestros pacientes en todos los aspectos, tanto clínico, pero, sobre todo, el emocional”, afirma Víctor Sánchez.
El programa Dogtores es la prueba de que la innovación en salud no solo está en la máquina más avanzada, sino en la capacidad de ver y atender al paciente como una persona con emociones, miedos y necesidades. Es una intervención asistida que, con el lenguaje universal de la amistad canina, transforma la vulnerabilidad en fortaleza y la incertidumbre en un cálido apapacho.
