El dengue es una enfermedad de tipo infecciosa con síntomas que pueden ser confundidos con los de una gripa normal. Esta enfermedad es causada por un virus que es adquirido mediante la picadura de un mosquito, el cual habita principalmente en zonas cálidas y húmedas, aunque en las últimas fechas se han presentado más casos en zonas urbanas y semiurbanas. Los brotes son más frecuentes en época de lluvias.
El virus del dengue es transmitido a los seres humanos mediante la picadura de un mosquito de clase Aedes aegypti. Después de un periodo de incubación del virus que dura entre 4 a 10 días las personas infectadas son los principales multiplicadores del virus, ya que los mosquitos se infectan al picarlas. Después de la aparición de los primeros síntomas, las personas infectadas con el virus pueden transmitir la infección a los mosquitos Aedes durante 4 o 5 días, 12 como máximo. Un mosquito infectado puede transmitir el virus durante toda su vida.
Existen dos tipos de dengue: el clásico y el grave, antes conocido como hemorrágico. Algunos de los síntomas del dengue incluyen fiebre elevada, arriba de 40°C, además de dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los ojos, dolores musculares y en las articulaciones, náuseas, vómito, crecimiento de los ganglios linfáticos y salpullido. Estos síntomas suelen aparecer de 3 a 14 días después de la picadura del mosquito transmisor. La mayor parte de las personas con dengue se recuperan alrededor de 2 semanas después de haber presentado los primeros síntomas.
El dengue grave es una complicación mortal que puede causar hemorragias debajo de la piel, acumulación de líquidos, dificultad respiratoria, hemorragias graves y en el peor de los casos una falla orgánica. Estos síntomas suelen aparecer entre 3 y 7 días después de presentarse los primeros síntomas de dengue clásico. Debe de sospecharse de esta enfermedad cuando se presentan los siguientes síntomas: dolor abdominal intenso, vómito persistente, respiración acelerada, hemorragias de las encías, cansancio intenso, inquietud y presencia de sangre en el vómito.
Las siguientes 24 a 48 horas después de presentar los primeros síntomas de dengue grave son cruciales y requieren atención médica inmediata, ya que puede evolucionar en síndrome de shock por dengue, ocasionando una hemorragia masiva en la persona infectada.
El mosquito transmisor del dengue se reproduce principalmente en recipientes artificiales, y a diferencia de otros mosquitos, se alimenta durante el día. El periodo en el que se intensifican las picaduras es durante la mañana y al atardecer.
Si bien no existe una vacuna que proteja contra el dengue, hay medidas que se pueden tomar para evitar la propagación del mosquito portador del virus. Limpiar constantemente las áreas en donde se acumula agua, voltear los recipientes que puedan retener líquidos, tapar los contenedores de agua limpia, colocar tela mosquitera en el hogar y permitir la entrada a personal de la Secretaría de Salud pueden reducir en gran medida los riesgos de infección.
Actualmente no existe un tratamiento específico para combatir esta enfermedad, pero con una atención inmediata por médicos y enfermeras con experiencia en los efectos y evolución de la enfermedad se puede reducir la tasa de mortalidad de más del 20% a menos del 1%, según estadísticas de la OMS. En esta etapa es crucial mantener los niveles de líquidos corporales.