El dolor del miembro fantasma es un dolor complejo y pobremente entendido. Suele presentarse tras la amputación de alguna extremidad como brazos o piernas. Quien lo padece puede sentir ardor, sensación de hormigueo, dolor, tener la sensación de usar un calcetín sobre el pie, sentir como si la extremidad perdida estuviera fuertemente apretada o doblada hacia atrás o como si se tuviera descargas eléctricas. En síntesis, la sensación fantasma es la percepción que algo o la completa extremidad perdida todavía está intacta. Este diagnóstico sólo debe ser realizado cuando otras causas que provocan estos síntomas en el área donde se ha amputado la extremidad (muñón) han sido eliminadas, tales como isquemia, infección, neuroma y heridas relacionadas con presión.
¿Por qué se origina?
Existen diversas explicaciones neurofisiológicas para este problema, que van desde los cambios ocurridos en el muñón hasta cambios en la corteza cerebral, es decir, de las amputaciones en las áreas del cuerpo y de las sensaciones que se perciben en el cerebro. El cerebro sigue recibiendo señales de las terminaciones nerviosas que originalmente suministraban información desde y hacia la extremidad amputada. El cerebro realiza nuevas conexiones neuronales y reorganiza la información sensorial para ajustarse a los cambios que se han dado en el cuerpo. Este fenómeno puede explicar la provocación del dolor fantasma al hacer una estimulación de los sentidos en otras partes del cuerpo. Los humanos con su capacidad de “neuroplasticidad” reorganizan la corteza somatosensorial del cerebro.
Incidencia
El padecimiento del Síndrome del Miembro Fantasma varía en literatura, con un rango que va del 5 hasta el 85 por ciento, dependiendo de los criterios diagnósticos usados para definir el Síndrome. Un control inadecuado pre y post operatorio puede incrementar el riesgo de dolor crónico por amputación. El dolor agudo post amputación suele disminuirse después de un periodo de una a tres semanas. El manejo multimodal del dolor es la piedra angular para una rehabilitación exitosa posterior a la amputación y consiste en analgésicos orales, intravenosos y epidurales. [bctt tweet=”El dolor agudo post amputación suele disminuirse después de un periodo de una a tres semanas. ” username=”chrstsmuguerza”] El dolor crónico, en cierto grado, es reportado por hasta el 95 por ciento de quienes han vivido una amputación, pero el dolor persistente puede ser un signo de isquemia del muñón, la formación de un neuroma, infección, consecuencia de una prótesis que no embone correctamente, la recurrencia del tumor o bien del Síndrome del Miembro Fantasma. Un buen resultado funcional puede ser logrado en la mayoría de los pacientes, esto depende, en gran medida, de si hay o no presencia de otras enfermedades y del nivel de la extremidad en el que fue realizada la amputación.
Tratamiento
En algunos pacientes se ha visto que el llevar a cabo técnicas de afrontamiento como relajación muscular, meditación, bioretroalimentación, masajes e hipnosis les ayuda a lidiar con los síntomas del miembro fantasma u otros que están relacionados. Algunos medicamentos que se suelen usar comúnmente para este problema son:
- Analgésicos
- Hipnótico-sedativos
- Relajantes muscular
- Antidepresivos
- Antipsicóticos
- Anticomiciales
Cuando los tratamientos no invasivos no están funcionando, se pueden usar otros abordajes como:
- Estimulación de la médula espinal.
- Administración intratecal de medicamentos y estimulación cerebral profunda.
Las técnicas de estimulación eléctrica de los nervios como la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea y la estimulación transcraneal magnética han resultado de beneficio en algunos pacientes. Debido a que no existe una respuesta única para vencer al dolor, la comunidad científica está obligada a que este tipo de padecimientos sean mejor comprendidos, pues sólo de esta manera los tratamientos dejarán de ser menos complejos e indirectos.